República Dominicana con pocas opciones variar rumbo DR-Cafta tema agropecuario

La revisión del DR-Cafta ordenada por el presidente Danilo Medina está revestida de una preocupación genuina y complace los deseos de los sectores ligados a la agropecuaria que se ven afectados por la apertura total del mercado local a las importaciones de ciertos rubros considerados como de alta sensibilidad socioeconómica. Esto es, arroz, leche, carne de cerdo, carne de pollo, azúcar, frijoles, ajo y cebollas.

El Decreto 260-16 despertó el júbilo inmediato de las agrupaciones que aglutinan la parte formal de los productores del sector agropecuario, y se expresó con amplios espacios pagados en todos los medios informativos. La vulnerabilidad para uno de los sectores que genera mayor cantidad de empleos en los niveles más pobres y de menor escolaridad del país es alta. Sin embargo, la expectativa que se ha generado no responde a las posibilidades materiales e inmediatas de la República Dominicana.

En primer lugar, ninguno de los países miembros del DR-Cafta puede hacer modificaciones de manera unilateral. Cualquier variación a los términos convenidos precisa del consenso de las partes, de una posible renegociación, y de la consiguiente aprobación de las instancias congresuales. Es un escenario muy poco probable si se toma en cuenta que en el caso de los Estados Unidos no existen tales precedentes.

Ninguno de los países miembros del DR-Cafta podría, por ejemplo, congelar las cuotas de importaciones negociadas o detener el proceso de desmonte de los aranceles, sin que las demás partes lo aprueben. Hacerlo, no solo sería una violación del Acuerdo, sino que equivaldría a una especie de “DRCAFTAEXIT” para el miembro que lo hiciere.

Quienes sugieren que bastaría con negociar de manera bilateral con los Estados Unidos un escenario para detener en los umbrales actuales las cuotas y las tasas arancelarias de los productos sensibles, cometen un grave error de visión.

Los elementos esenciales del DR-Cafta tienen el carácter de la multilateralidad, y nada se podrá cambiar sin que afecte positiva o negativamente a los demás miembros.

En el caso particular de los bienes del sector agropecuario, el DR-Cafta define las reglas que se deben seguir cuando uno de los miembros pretenda variar lo pactado. En esencia, en los artículos 3.18 y 3.19, se establece, entre otros aspectos ineludibles, que habría que convocar la Comisión de Revisión Agrícola e iniciar un proceso que podría tomar años, sin que haya garantías de un final feliz.

La balanza comercial de todos los miembros del DR-Cafta es positiva con respecto a la República Dominicana. Así las cosas, resulta poco probable que alguno de ellos se anime a iniciar una revisión que los conduciría a pagar más impuestos por sus exportaciones hacia el mercado dominicano. Fuentes acreditadas aseguran que autoridades del más alto nivel de algunos de los países miembros ya han manifestado su oposición a la posibilidad de revisión.

Por otro lado, dudo que el gobierno del empresario Donal Trump se quiera distraer en la revisión de un acuerdo que, además de que ha sido y es altamente beneficioso para su país, representa solo dos o tres miles de millones de dólares que no hacen diferencia para esa gran economía. Y, ante la agresiva retórica del ahora presidente del gran mercado norteamericano, respecto a hacer retornar la actividad industrial a territorio norteamericano, luce que el movimiento ha de hacerse con sumo cuidado, no vaya a ser cosa que, por ejemplo, se arriesguen algunas inversiones en ciertos sectores como el de las zonas francas industriales.

Las posibilidades de doblar el curso del DR-Cafta no parecen prometedoras de cara al futuro cercano. Los plazos que se otorgaron al país para hacer los ajustes que se consideran necesarios en el sector agropecuario, toman la recta final a partir de este año y hasta el 2025. Las salvaguardias agrícolas especiales que se incluyeron para prolongar la protección de los productos sensibles más allá de la desaparición de las tasas arancelarias de nación más favorecida (NMF) llevan el curso de su desmonte gradual y total.

La otra realidad de la que se debe partir para construir un camino seguro en el caso del sector agrícola nacional es la de que varios productos locales no están en condiciones de competir con bienes similares importados, aun cuando se aplican de manera conjunta las tasas arancelarias NMF y las de salvaguardias especiales establecidas en el DR-Cafta y en la Rectificación Técnica de la Organización Mundial del Comercio.

Es el caso del ajo, para citar un ejemplo. La situación va más allá de si el país de origen subsidia o no la producción de ciertos bienes.

Finalmente, un aspecto a señalar es que la iniciativa de revisión no toma en cuenta a los consumidores. A la hora de plantear la modificación de un acuerdo en plena aplicación como es el caso del DR-Cafta, es saludable que se abra un marco de discusión más amplio que tome en cuenta a todos los actores envueltos. Hay que establecer en qué se perjudicaría o beneficiaría al consumidor final.

La República Dominicana, como ningún país del mundo, debe comprometer la seguridad alimenticia de sus ciudadanos; pero así como la globalización o regionalización de los mercados favorece que los ciudadanos tengan acceso a una mayor cantidad de productos y a mejores precios, también genera el escenario ineludible de ser competitivo a riesgo de desaparecer. Eso es parte de lo que trajo la adhesión al DRCAFTA.

Fuente: Observatorio Dominicano de Comercio Internacional

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The DR-CAFTA’s review ordered by President Danilo Medina holds genuine concern and panders to the wishes of the agriculture-related sectors that are affected by the complete opening of the local market to the import of certain items considered as highly sensitive in  socioeconomic terms, namely, rice, milk, pork, chicken, sugar, beans, garlic and onions.

Decree 260-16 aroused immediate shouts of joy from the groups that bring together the formal part of the agricultural producers, and was well covered in the numerous spaces paid for in all the media. The vulnerability of one of the sectors that generates the greatest number of jobs in the poorest and least educated levels of the country is high. However, the expectations that were generated do not correspond to the Dominican Republic´s immediate material possibilities.

First of all, none of the member states of the DR-Cafta can unilaterally change the agreement. Any variation to the agreed terms requires the consensus of the parties, a possible renegotiation, and the subsequent approval of the congressional bodies. This is a very unlikely scenario if one takes into account that there are no such precedents in the case of the United States.

None of the DR-CAFTA member countries could, for example, freeze negotiated import quotas or stop the tariff stripping process without the approval of the other parties. Doing so would not only be a violation of the Agreement, but would amount to a kind of «DRCAFTAEXIT» for the member who does so.

Those suggesting that it would suffice to bilaterally negotiate a scenario to stop the quotas and tariff rates of sensitive products at the current thresholds with the United States are making a big mistake.

The essential elements of DR-Cafta are multilateral in nature, and nothing can be changed without positively or negatively affecting the other members.

In the particular case of agricultural goods, DR-CAFTA defines the rules to be followed when one of the members intends to vary what has been agreed upon. In essence, among other inevitable things, Articles 3.18 and 3.19 establish that the Agricultural Review Commission must be convened and a process initiated that could take years, without any guarantee of a happy ending.

The trade balance of all DR-CAFTA members is positive with respect to the Dominican Republic. So, it is unlikely that any of them will be motivated to initiate a review that would lead them to pay more taxes on their exports to the Dominican market. Reliable sources say senior officials from some of the member countries have already expressed their opposition to the possibility of a review.

On the other hand, I doubt that businessman Donal Trump´s government would be bother with the revision of an agreement that, in addition to having been and still is highly beneficial for his country, represents only two or three billion Dollars that make no difference to that large economy. And, faced with the aggressive rhetoric of the now president of the great North American market regarding bringing industrial activity back to North American territory, it is apparent that any move must be made with great care, and not, for example, something that would jeopardize investments in certain sectors such as the EPZs.

The chances of changing the course of the DR-CAFTA do not look promising in the near future. The deadlines given to the country to make the adjustments considered necessary in the agricultural sector are on the home straight as of this year until 2025. The special agricultural safeguards that were included to prolong the protection of the most sensitive products after the discontinuance of the most-favored-nation (MFN) tariff rates are on their way to being gradually and completely dismantled.

The other reality to forge a safe path for the national agricultural sector from is that several local products are not in a position to compete with similar imported goods, even though MFN tariff rates and the special safeguards established in DR-Cafta and in the Technical Rectification of the World Trade Organization are applied.

Such is the case of garlic, for example. The situation goes beyond whether or not the country of origin subsidizes the production of certain goods.

Finally, one point to note is that the review initiative does not take consumers into account. When it comes to proposing the modification of an agreement already in full swing, as in the case of DR-CAFTA, it is wise to open a broader discussion framework that takes into account all the actors involved. It is necessary to determine how the final consumer will be harmed or benefited.

Unlike any other country in the world, the Dominican Republic must compromise the food security of its citizens; But just as globalization or regionalization of markets favors citizens’ access to more products and better prices, it also creates the inescapable scenario of being competitive at the risk of disappearing. That’s part of what DRCAFTA membership brought.

 Source: Observatorio Dominicano de Comercio Internacional

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